miércoles, 8 de febrero de 2012

TLCAN: GANADORES Y PERDEDORES

México, desde su nacimiento como nación independiente debió sufrir el poder económico de la nación capitalista más fuerte del mundo. Esto le obligó, alternativamente a aliarse, o a combatir las consecuencias de este hecho; en realidad no le cupo otra posibilidad, casi siempre, que la de adaptarse.
México siempre fue soberano en la político, sin embargo en su economía prácticamente no lo fue nunca.
A partir de 1983, comienza un proceso de liberalización de su economía dirigida hacia el mercado mundial, intentando a través de la sustitución del sistema de permisos de importación por el de aranceles más bajos, el crecimiento y diversificación de exportaciones y una mayor competitividad productiva.
La apertura comercial de México y los convenios firmados no aportaron, sin embargo, ni la diversificación, ni la reciprocidad esperada con Estados Unidos, que en vez de continuar la liberalización de la economía respecto de México, aumentaba sus barreras arancelarias. Las medidas adoptadas por México si hubiesen tenido reciprocidad habrían sido más que suficientes.
México necesita desarrollar y transformar un sector externo de bienes primarios, hasta ahora deprimido pero, quizás lo más importante, requiere también reestructurar profundamente su esquema de reproducción interno liderado por una burguesía parasitaria del Estado, sin iniciativas, y que mantiene grandes tasas de ganancia a costa de la mayoría de la población.
Las desventajas del acuerdo radican en la pérdida del mercado interno sin recuperación del externo; perjuicio para la pequeña y mediana industria; maquilación de la economía nacional y, como consecuencia mantención de la miseria y aumento aún mayor de la inequidad.

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