A lo largo de la historia de América, la población se fue componiendo de diferentes migraciones.
Algunos países no recibieron mucha población, como por ejemplo Perú y Bolivia. En cambio, otros fueron polo de atracción como Argentina y Estados Unidos.
La mayor parte de la población americana se encuentra concentrada en las costas (atlántica y pacífica) lo que indica la desigual distribución de la población, la presencia de focos de concentración (ciudades costeras), y vacíos demográficos (zonas más frías como el norte de Canadá).
En el caso de América Latina, ésta posee una alta natalidad, relacionada con la pobreza y la economía de la mayoría de los países.
La mundialización de la economía y las nuevas migraciones proveniente de Hispanoamérica y del Este Asiático son los factores que más han contribuido a caracterizar la pobreza actual en Estados Unidos.
La globalización incrementa la polarización social. La reestructuración del mercado de trabajo ha afectado principalmente a los trabajadores manuales no especializados y a la población de menor formación cultural. La actual mundialización de la economía ha supuesto la progresiva ampliación del sector pobre de la población que, en parte cae en la inestabilidad laboral, favorecida por la flexibilización del mercado laboral, y en el riesgo severo de pobreza. Por otra parte, ha sido históricamente la población afroamericana la que ha estado más sujeta a las variaciones del mercado laboral con relación a la situación económica, y como en cada momento de crisis o de reestructuración ha sido la primera en salir perjudicada.
El concepto subclase hace referencia a un grupo social situado en la periferia o en los márgenes del mercado de trabajo. Las características del grupo son su baja formación cultural y ocupacional, su frecuente localización en la áreas degradadas de las ciudades, su asociación con los sin techo, el hacinamiento provocado por los proyectos de renovación urbana, su desorganización política y su escasa participación social. Se trata de las minorías afroamericana e hispana, a quienes se los asocia a la violencia callejera, aunque también se incluye en este grupo a los sin techo, a las madres solteras o divorciadas sin recursos económicos y, en gran parte, a muchos de los que dependen de la asistencia social para poder vivir.
La población por debajo del umbral de pobreza en los Estados Unidos se sitúa entre la quinta y la cuarta parte del total.
En los últimos años ha empeorado el desempleo, especialmente entre los negros y se ha incrementado la existencia de niños sin la presencia de padre en el hogar. También la maternidad entre adolescentes continúa siendo muy alta.
En la sociedad norteamericana, la población negra sigue siendo la más afectada por la segregación y por las diferencias de renta. Dentro de la segregación espacial de asiáticos, hispanos y afroamericanos en las áreas metropolitanas, son estos últimos los que cuentan con índices de segregación mas elevados. La minoría menos segregada y más suburbanizada es la asiática, ocupando los hispanos un lugar intermedio entre ambas etnias y mostrando una gran diversidad de patrones de concentración o dispersión según en que ciudades.
El nivel medio de ingresos de los afroamericanos está a un 60% del nivel medio de los ingresos de los blancos.
La pobreza entre la minoría hispana (22 millones, 9% de la población en 1990), muestra el asentamiento en diferentes ciudades de comunidades distintas: puertorriqueños en Nueva York y Chicago, mejicanos en Los Angeles, Houston y en las áreas fronterizas entre México y Estados Unidos, cubanos en Miami.
La diferencia entre la pobreza afroamericana y la latina estriba en que la primera se concentra en la capa más baja de una comunidad asentada desde hace muchos años, mientras que entre los latinos es el factor migratorio el definidor de la pobreza. Las poblaciones de inmigrantes son señaladas por la comunidad como "el otro", los invasores que amenazan las normas sociales y los principios econónicos establecidos y como tales se encuentran abocados al aislamiento social.
Entre los hispanos hay un grueso de trabajo situado en el mercado informal (básico para los hispanos sin permiso de trabajo) y también en el mercado ilegal de la droga.
En latinoamérica, la pobreza afecta al 39% de la población, lo que significa que más de 200 millones de personas carecen de ingresos suficientes para cubrir sus necesidades de alimentos y otros gastos básicos, por otra parte la pobreza extrema, que marca la imposibilidad de acceder a una canasta de ingesta calórica mínima, afecta a alrededor de 96 millones de personas.
Los promedios regionales ocultan las diferencias entre los distintos países. Por ejemplo, en Bolivia y Honduras la pobreza abarca al 60% de la población, mientras en Chile y Uruguay es inferior al 30%. Además dentro de cada país esas tasas varían en función del origen étnico. En México el 90% de la población indígena vive por debajo de la línea nacional de la pobreza, en Brasil, la pobreza alcanza al 41% de los habitantes de ascendencia africana, en comparación con un 17% de la población blanca.
El nivel de desigualdad del ingreso es extremadamente alto.
Aunque la estabilidad macroeconómica de la región ha mejorado en los últimos años, la sucesión de crisis resultó devastadora para los pobres.
Los pobres no logran beneficiarse con el proceso de crecimiento porque carecen de los bienes más básicos, lo que significa deficiencias en el nivel y la calidad de la educación y la salud, y en el acceso a servicios sociales básicos e infraestructura, como pavimentación, suministro eléctrico seguro, agua potable y acantarillado. Tampoco gozan de igualdad de oportunidades para acceder al crédito, la justicia, la cobertura de riesgos y los derechos de propiedad; y con frecuencia obtienen una retribución menor por sus recursos y actividades productivas en razón de su lugar de residencia o por pura y simple discriminación.
¿Qué se debe hacer? Todo plan de lucha contra la pobreza debe atacar los obstáculos a los que se enfrentan los pobres para acceder a bienes y servicios a fin de que puedan obtener mejores empleos y elevar la productividad. Existen en la región diversos mecanismos prometedores.
Desarrollo del capital humano mediante transferencias inteligentemente transferidas. El capital humano resultante del nivel de educación, salud y nutrición de la población. Se incentiva a que los beneficiarios envíen a sus hijos a la escuela y reciban atención básica de salud maternoinfantil.
Acceso a los servicios financieros. El crédito subsidiado y los préstamos otorgados directamente por el Estado casi siempre han terminado beneficiando a los más favorecidos. Se requiere mejorar la infraestructura del sector bancario formal para canalizar la intermediación financiera y desarrollar estrategias que alienten a los bancos a ofrecer productos financieros de costo accesible para los hogares pobres.
¿Cómo pueden transformarse esas oportunidades en mayores ingresos y una mejor calidad de vida?
La clave es el empleo productivo. Superar la pobreza de manera sostenible exigirá generar buenos empleos y posibilitar el acceso de los pobres a ellos.
Es menester modificar la legislación impositiva y laboral, además de ofrecer servicios públicos más eficaces y un sistema de protección social de mejor calidad y más inclusivo.
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